Javier Pérez Monreal

Miembro del patronato de la Fundación Sarabastall. Coordinador del Área de Salud del Proyecto Hushé.

Escribo con melancolía porque soy consciente de que volver a Hushé va a ser complicado.

Lejos queda el verano del 2003 cuando tuve la fortuna de conocer este proyecto y trasladarme a trabajar a este poblado del Karakorum.

Lejos quedan la emoción y el fluir de sentimientos que me costaba ordenar y transmitir a mi vuelta. Y demasiado cerca las lágrimas de las mujeres de Hushé durante la última noche de este verano, en la que se despedían de las mujeres de nuestro grupo por última vez.

Nuestra anualmente anhelada estancia en Hushé tenía este año connotaciones de alegría y tristeza entremezcladas que la convertían en especial.

No en vano se trataba del último verano en que viajábamos como grupo organizado a Hushé (Pakistán) tras siete años de esfuerzo, a trabajar en este maravilloso proyecto de cooperación, cuyo fin está ya muy próximo.

Para algunos pocos de la ONG Sarabastall como Marcos, Noemí y Miguel era el primer año que viajaban con nosotros aunque habían trabajado en la distancia, en España, durante estos años, seguro que más que algunos de los que hemos viajado de forma habitual.

Pili volvía a trabajar a Hushé después de hacerlo en el 2003. Para otros era su tercer o incluso hasta el octavo viaje como sucedía con Pilar y Paloma, “veteranas” y guerreras.

Tras el trabajo de estos años acudíamos a Hushé contentos, sabedores de que las cosas andan bien en este pueblo perdido del Baltistán, al norte de Pakistán.

El proyecto ha recorrido un largo camino y falta muy poquito para que se cumpla el último de los objetivos: el fin de la construcción del refugio-hotel que albergará a los montañeros que pasan por la zona y que será utilizado como sostén económico en el futuro.

Esta construcción, muy avanzada, deberá dar continuidad a los proyectos de agricultura, educación y sanidad que tanto han avanzado hasta la fecha y que tanto han hecho mejorar las condiciones de vida de este pueblo baltí de gente noble y fuerte.

Toda la actividad y recursos que genere van a ser controlados lógicamente en sus inicios por Sarabastall hasta que la confianza en los gestores locales sea completa.

Nuestra estancia ha sido algo más corta que los años anteriores pero no por eso menos intensa.

Rápidamente nos hemos inmerso en las calles, en los olores y en los aconteceres diarios de Hushé.

Las obras del refugio marchan bien, sólo falta un último empujón económico para concluir unas obras que testimonian un buen trabajo.

Y los lavaderos y las duchas para las mujeres ya terminados…sólo hay que mirarlas a estas para percibir lo orgullosas que se sienten de esta construcción, pero sobre todo, de pensar que alguien ha hecho algo exclusivamente para ellas.

Ellas y las niñas son las encargadas de lavar la ropa. Hacerlo en su lavadero, allá, en Pakistán, se convierte en un regalo.

Hemos sido testigos de nuevo del cambio en Hushé, algo que se ve en las calles, que se percibe cuando hablas con ellos.

Hemos observado cómo siguen prosperando en la agricultura, cómo sigue funcionando de bien el proyecto de educación y por lo que nos toca a nosotros, hemos asistido orgullosos a las explicaciones de Ghulam que nos dice que de nuevo este año (y ya van dos) no ha habido mortalidad infantil durante el invierno.

Sólo esto ya hubiese justificado el haber trabajado duro estos veranos en Hushé y merece la pena el haberlo hecho también aquí, en la distancia, el resto del año, preparando y corrigiendo aspectos del proyecto y ayudando a buscar financiación.

Y merece la pena haber traído a Ghulam a España, gracias a la MAZ, lugar donde muchos compañeros, camareros, administrativos, auxiliares, limpiadores, celadores, enfermeras, médicos etc… pusieron su granito de arena, no sólo para que aprendiera sino también para que se sintiera como en su segunda casa.

A todos ellos nos pide que no olvidemos darles un abrazo pues su estancia aquí ha cambiado su vida y la de su pueblo, sin ninguna duda ahora, para mejor.

Con nosotros ha viajado también este año Paco Oliva, fenomenal pediatra de Almudévar y ya amigo de Ghulam. No en vano había colaborado intensamente en su formación en su consulta y en su centro de salud de Huesca.

El ha conocido por fin Hushé. Y nada de lo que ha visto le ha decepcionado. Impresionado por la acogida en nuestra llegada, ha trabajado duro poniendo sus conocimientos al servicio de los niños de Hushé y del valle y sobre todo ha pulido detalles sobre los conocimientos que había transmitido a Ghulam “in situ”, corrigiendo y mejorando su formación.

Y Paula y Rocío, un año más, no se han quedado atrás. Su gran trabajo diario en la consulta, en las clases con las mujeres, en las clases prácticas de higiene con los niños… creo que debe destacarse no sólo durante este sino durante todos los veranos que llevan viajando a Hushé.

La campaña intensa de detección de tuberculosis infantil realizada este verano en tiempo record es sólo un ejemplo.

Por eso, a los dirigentes de MAZ (sobre todo Antonio Rodrigo y Valeriano Castillón) por su apoyo constante durante todo el proyecto, a Sebastián Álvaro, (nuestro amigo y compañero Sebas) líder del proyecto y sin cuya decisión y perseverancia nunca hubiésemos trabajado en Pakistán, a todos los que han trabajado durante este tiempo, incluidos otros compañeros de MAZ que nos han acompañado otros veranos, gente joven y currante como Edurne y Diego que querían venir de nuevo este año pero les fue imposible, Carmen, siempre dispuesta, resolutiva, eficaz ,no se acaban los adjetivos... pero sobre todo al increíble esfuerzo de la gente de Sarabastall comandados por José Miguel, “el jefe” (gente de los que dice Paco Oliva -y yo me suscribí hace tiempo a ella- esta frase: “con estos de Sarabastall, yo voy donde haga falta…”).

A todos los que han aportado su granito de arena, en forma de trabajo, dinero y sonrisas, a nuestras parejas, muchas de las cuales también han trabajado en Hushé (Reyes, Mari Cruz, Floren, Alex), familias y amigos que han soportado y apoyado nuestra ausencia aquí y presencia en un país delicado, sólo me queda decir hoy: gracias.

Todos de una manera u otra sois partícipes del premio con el que el Club de Exploración y Aventura de España 1997 de Tenerife distinguió al proyecto de cooperación en Hushé este mismo año como paradigma de lo que se puede realizar en Asia Central, premio compartido al alimón por Sarabastall y Sebastián Álvaro.

Gracias, porque habéis logrado sin ninguna duda que en un pueblo perdido en la inmensidad de las montañas del Karakorum pakistaní, sus habitantes vivan mejor y sobre todo que sus ojos reflejen esperanza en un futuro , que si los avatares político-religiosos no estropean, les pertenece a ellos mismos.

Ahora que tal vez nos esperen en algún otro lugar, gentes que todavía no conocemos, sólo cabe desear que nuestros deseos de cooperación futuros puedan cumplirse de nuevo.